Cultura religiosa
El conocimiento de nuestra fe
Terminaron felizmente las solemnes fiestas centenarias de la muerte del Patriarca San Francisco, celebradas en todo el orbe católico. Y habiendo también nosotros rendido nuestro humilde homenaje al gran Padre de los pobres, en las páginas de nuestra revista, vamos a continuar nuestra tarea según el lema que encabeza esta sección, dedicada a vosotros, queridos jóvenes antonianos.
Vosotros mismos estáis plenamente convencidos de la necesidad que tenéis todos de sólida instrucción religiosa, porque es una verdadera plaga social, que invade todas las clases, sentida y lamentada por todos, la ignorancia en materias de Religión. Pasma ver cómo muchas personas, instruidas en todos los demás ramos del saber humano, ignoran las verdades más rudimentarias del Catecismo, llegando hasta el extremo de desconocer los Artículos de la fe, los Mandamientos, las Obras de misericordia, las Bienaventuranzas, etc. ¿Cómo se explica este fenómeno al parecer incomprensible? Muy sencillamente: de niños, apenas si aprendieron el catecismo en la escuela, donde hay maestros que no lo enseñan; de mayores, fueron olvidando lo pico que habían aprendido; y por fin llegaron a hombres, extrañándose ellos mismos de haber olvidado hasta las oraciones del cristiano.
Por desgracia, van desapareciendo aquellas venerables madres cristianas, sólidamente instruidas en materias de religión, que en las familias hacían las veces del sacerdote y del maestro, repitiendo a sus hijos las enseñanzas de aquél y supliendo las deficiencias de éste, y convirtiendo el hogar en un templo, donde los niños crecían en edad, sabiduría y gracia, a semejanza del Niño Jesús.
Pero hoy ha perdido el hogar todo su carácter de cristiano, o mejor dicho, ha quedado el hogar destruido, porque ni los padres reúnen a sus hijos para instruirles cristianamente, ni los hijos se resignan a pasar unas horas en compañía de sus padres, prefiriendo los cines, teatros, casinos, o las calles y las plazas públicas, donde permanecen hasta altas horas de la noche, expuestos a mil peligros de alma y cuerpo, donde lo aprenden todo, menos lo que dében saber para ser buenos cristianos y salvarse. ¿Qué instrucción cristiana han de aprender así los niños y los jóvenes de ambos sexos, y cómo hemos de extrañar que la ignorancia religiosa sea hov una verdadera plaga que invade casi todas las almas?
A combatir, pues, en parte esta perniciosa plaga, en colaboración con tantas publicaciones y asociaciones católicas va dedicada esta sección de La Acción Antoniana, donde sus lectores hallarán instrucción religiosa pura, abundante y selecta, sin que tengamos que hacer de nuestra parte más que ir escogiendo las verdades más importantes de nuestra Religión y exponerlas con claridad, brevedad y sencillez en estas páginas, a fin de que las vayan recordando los que en su niñez las aprendieron, las graben profundamente en su memoria, las mediten en su inteligencia y les den vida en su corazón cristiano poniéndolas en práctica con el auxilio de la divina gracia, que nunca nos falta.
Basta por hoy con lo dicho; y solamente me limito a anunciaros que dedicaremos por ahora algunas de nuestras conferencias familiares a tratar de la fe, de su excelencia e importancia, necesidad y naturaleza, para que, arraigados firmemente en esta virtud sobrenatural, rindamos el homenaje de nuestra razón a las verdades reveladas, y produzcan nuestras almas abundantes frutos de vida eterna.
Nuevos Director y Vicedirector de la Acción Antoniana
Para sustituir al benemérito P. Francisco Lloréns, que desde tiempo estaba al frente de La Acción Antoniana, y que debido al cargo de Guardián de este convento de Valencia, que actualmente desempeña, le es imposible continuar encargado de la dirección, ha sido nombrado Director de esta Revista el P. Juan Bta. Botet, asiduo colaborador de La Acción Antoniana, como habrán podido comprobar más de una vez nuestros amados lectores.
El P. Botet, uno de los religiosos más ilustres de nuestra Provincia Seráfica de Valencia, no sólo se ha distinguido por sus dotes de gobierno en los distintos cargos que ha desempeñado, como Definidor Provincial, Rector del Colegio de Onteniente, Guardián de los Conventos de Teruel y Segorbe, sino por su talento y por su lucida carrera literaria. Fue profesor de los Colegios de Onteniente, Benisa y Teruel, y actualmente era profesor auxiliar en el Instituto de Teruel.
En la Universidad de Valencia alcanzó, con brillantes calificaciones, el título de Licenciado en la facultad de Filosofía y Letras. En la predicación manifestó claramente sus conocimientos filosóficos, teológicos y literarios, pronunciando acabadas oraciones sagradas por su fondo escriturístico y por su lenguaje pulcro y elegante, algunas de las cuales han visto la luz pública.
Como escritor dio pruebas de literato y estilista refinado en los artículos que mensualmente ha publicado en las páginas de esta misma revista y en las hermosas memorias que presentó el año 1914 al Congreso Terciario Franciscano, celebrado en Madrid, y en la que mandó a la Asamblea Regional Mariana de Valencia del año 1923, memorias altamente elogiadas por los ponentes y que se hallan íntegras en la crónica de dichos Congresos.
La Acción Antoniana espera que bajo su sabia dirección no solo sabrá seguir el mágico sendero que le trazó el Padre Francisco Lloréns, su primer Director, sino que le abrirá nuevos caminos por donde pueda alcanzar nuevos triunfos en el campo del arte y de las letras.
P. Bernardino Mª Rubert ha sido nombrado Vicedirector de La Acción Antoniana. Es un joven escritor, entusiasta propagandista y admirador de esta revista seráfico-antoniana, en la cual, como decíamos en el número del último Mayo, «todos los meses hace gala de la fecundidad de su ingenio en hermosas composiciones escritas en prosa y verso».
Fray Diego Sendra y Fray Ignacio Ros. Abnegados y humildes religiosos que consumen sus energías y actividades en la prosperidad y florecimiento de nuestra revista, a la que aprecian y estiman con verdadero amor, y se esmeran todos los meses por que salga una verdadera joya artística: imprenta, encuadernación, envío... todo.
Al Doctor sutil, Beato Juan Duns Escoto
De pastorcito a fraile
Ya del dios Febo, cabellera blonda entre celaje vespertino envuelta, da con su brillo, vaporoso y tenue, tristeza al alma. No sé qué siente el corazón del hombre cuando del astro vespertino advierte lucha gigante o cariñoso abrazo de despedida. La flor oculta su adorado cáliz, silencio se hace en el parlero nido, y sólo se oyen del metal los sones llamando al rezo. Pastorcito del alma, bájate aprisa, bájate, que la noche triste y sin vida, tiene aspecto seguro de ser muy fría, que el balido amoroso con que suspiran tus amantes corderos llama a la cría... ...Va en el pesebre. Con febril cariño, los corderitos se han hundido alegres sobre el regazo de sus tiernas madres y están soñando. Mas el devoto zagalillo cuenta, cuenta y repasa de un rosario el rezo, mientras Morfeo, con sopor, desciende sobre sus ojos. Por las rendijas de su puerta mira, la luna es clara, con su luz de plata velos levanta y a la vista pone no sé qué cosas... Allá a lo lejos, entre la arboleda que ante su vista mágica se yergue, dos vagueantes sombras misteriosas ve se aproximan. Dos hombres altos, con capucho puesto, manos cubiertas con las bocamangas, con cuerda al cinto, con los pies desnudos, tocan la puerta. El cierzo sopla cada vez más fuerte y el frío hiela hasta el mismo aliento. ¡Pobres hermanos! Dos frailes franciscos piden albergue. Contiguo a ellos, casi sobre el suelo, el pastorcito duerme como un ángel, mucho más bello que el que al lado tiene siempre a su vela. Pasan las horas, unas tras las otras, suenan en lo alto de la torre esbelta, y un ser nocturno, casi vaporoso, canta a su lado. Le cercan ansiosos infinitos seres, altos, esbeltos, ninfas celestiales, que su albo rostro, bello como de ángel, besan atentos. |
Ya del dios Febo, cabellera blonda |
Perlas del cielo
La copa de las lágrimas
Al mirar el aspecto de las gentes en aquel día sombrío, todos reflejaban en su rostro una impresión de misterio, de zozobra, de ansiedad, de incertidumbre; miraban al cielo y algunos vertían lágrimas silenciosas, que furtivamente se escapaban de sus ojos, y otros se sentían sobrecogidos como de espanto, y todos, en fin, se veían como abismados por una idea, por algún triste recuerdo.
Era el día de Difuntos. Las campanas doblaban a muerto, y los fieles firmes en su fe rezaban a sus difuntos con la esperanza de volverlos a ver en la gloria. Los mundanos, no avezados a la vida del espíritu, se sentían presos de terror al verse forzados en aquel día a pensar en los que fueron, con la incertidumbre de lo que han venido a parar sus almas, si es que creen en ellas, y les parece ver visiones al menor ruido, o fantasmas que les sugiere su imaginación subyugada por la idea de una vida futura en la que andan sumergidos sus antepasados.
Como muchos no saben rezar, la ansiedad de mostrar grato recuerdo a sus difuntos les ha sugerido la idea de obsequiarles con flores, y en ese día se desviven por adornar su sepulcro y engalanarlo de flores, con artísticos ramos y pomposas coronas: Vana ilusión de los hombres dar flores al que murió, cuando el alma solo pide una ferviente oración.
Por eso aquel día al que nuestro relato se refiere, la plazuela cercana al cementerio se veía entregada al tráfico con extraña algarabía. Coronas de claveles y rosas, coronas de siemprevivas, macetones de margaritas, ramos de crisantemos, todo un mercado de flores naturales y de guirnaldas de flor artificial. Los vendedores voceaban su mercancía, y a todo esto daba mayor tumulto el correr de los vehículos, el llegar de los carruajes y el ir y venir de los curiosos y compradores. Mas no todo era profano en aquella agitada necrópolis; grupos de personas enlutadas penetraban silenciosas en el cementerio, y hasta sus puertas llegaba el rumor de tiernas plegarias y de piadosos rezos que los buenos cristianos dirigían al Señor por el eterno descanso de sus mayores y difuntos.
Iba transcurriendo el día, y al atardecer, cuando ya el tumulto se iba apagando y el concurso era menos frecuente, por las puertas del cementerio se vio pasar a una joven, casi niña, completamente enlutada, pues era huérfana: los fieles la conocían por la piadosa Eliseta. Toda la mañana la había pasado en la iglesia oyendo misas por el alma de su madre; y al caer la tarde, cuando ya el cementerio se iba despejando, quiso ir a llorar y rezar sobre la fría losa donde yacía su cuerpo. En uno de los ángulos del cementerio, sobre la fría tierra, se levantaba una humilde tumba, una larga piedra sencillamente labrada, y en cuyo extremo superior se alzaba una cruz. Sobre esa losa cayó de rodillas Eliseta, y apoyada en los brazos de la cruz, permaneció orando y derramando lágrimas largo rato, despreocupada de todo lo que ocurría a su alrededor.
Ya el bullicio de la tarde y la animación del camposanto se habían extinguido, y el día, recogiendo sus velos de luz, había tendido sus alas hacia el ocaso; pero aún Eliseta se destacaba sobre la losa de la tumba de su madre como una oscura silueta que entre penumbras apenas se veía mover; mas algo extraño debía ocurrir en esos momentos, cuando una luz de misterioso resplandor comenzó a envolverla y ocultarla entre los brillos de su claridad. Eliseta se vio sorprendida por una visión celestial. Vio junto a ella dos ángeles que durante su oración el uno recogía todas sus plegarias y súplicas en un azafate de oro, y el otro en una copa también de oro brillante había recogido todas sus lágrimas, y cuando ya estaba llena, los dos ángeles ofrecieron sus presentes al Señor, que en esos momentos se dejaba ver lleno de gloria ante el alma de Eliseta.
Dispuso el Señor que por el mérito de aquellas oraciones quedara el alma de su madre regenerada; y el ángel de la copa, llegándose al Purgatorio, derramó todas aquellas lágrimas sobre el alma dichosa que Dios acababa de perdonar por las oraciones de su hija. Y rompiendo sus cadenas, y quedando completamente purificada por las lágrimas del dolor, salió del Purgatorio, resplandeciente y gloriosa, y vino a pasar, acompañada de los ángeles, por la tumba donde yacía su cuerpo, y viéndola su hija entre luz y resplandores subió a la gloria.
Al día siguiente, cuando la piadosa Eliseta daba gracias al Señor por la salvación de su madre, las flores del cementerio rodaban por tierra, agostadas y marchitas: les había faltado el riego de una copa de lágrimas.
Divulgación científica
La lluvia de hoy
"La boca del Mediterráneo" llaman a nuestras costas los ingleses, y a la verdad que lo es. Y si como a tal no se considerara el tiempo de Levante, bastara el temporal presente para merecer el calificativo de loco e inconstante. Situación crítica llamo yo la de los últimos días para la vida agrícola de esta árida región; pues la disposición isobárica, es decir, el reparto de la presión barométrica en la Europa occidental era tal, que de un momento a otro amenazaba con fuerte temporal de lluvias a la mayor parte de la Península, cabiéndole a nuestra costa fundada presunción de tener buena parte en él.
Los días 20, 21 y 22, fueron sobre todo decisivos para Levante. Desde esta estación se divisaba el banco de nimbos por los horizontes del cuarto y primer cuadrante con relámpagos y truenos indicadores de lluvias copiosas por dichos sectores; ¿se correría hacia el Sur la zona de lluvias?; ¿los levantes que soplan desde Castellón hacia el Norte, bajarán hasta el Sur de la región? Preguntas llenas de ansiedad para un levantino que ve llegada la hora de preparar sus tierras para la siembra, pero todavía la lluvia no reblandeció los endurecidos terrones que arrancaron las vertederas; llenas de interés para los que esperan el agua del cielo como un maná que realice el milagro de hacer brotar del humus de los bosques las setas tan exquisitas; llenos de ilusión para los cazadores de tordos, que aguardan inquietos los primeros temporales de Octubre para que arrastren en una noche de luna, como observó el malogrado don Manuel Iranzo, entusiasta «caçador de parades», bandadas de tordos desde los países del centro de Europa, e incautos, queden los infelices pájaros emigrantes prendidos entre los espartos pegajosos difusamente esparcidos entre los almenados árboles de las paradas, a donde acuden atraídos por el engañoso silbo del reclamo.
Por fortuna, la depresión que, venida del Atlántico, se presentó a las puertas de Portugal el día 7 del corriente mes, ha seguido ruta tan comedida y útil para España como pocas, que yo recuerde. Ya el 10, dicha presión del SW. de la Península, en combinación con las altas presiones dominantes en el N. de Francia, determina en el Mediterráneo occidental una corriente del E. que acarrea nubes nimbosas del NE., acompañadas de algunos chubascos, los primeros del Otoño; entre la noche del 9 y la mañana del 10, recoge este pluviómetro 13' 6 mm.
Aunque los siguientes primeros días de la semana se despeja un tanto el firmamento, de modo que llega a quitar las confianzas que el cambio del día 9 había dado a los campesinos, subsistiendo la misma estructura atmosférica, y más, que el cablegrama de las Azores marcaba la intensidad de la borrasca que lamía las costas occidentales y que era de 748 milímetros el día 11, confirmaba mis esperanzas de que dicha depresión iba a atravesar la Península por su mitad meridional, o a lo sumo por su meseta; se fundaban estas confianzas en que el anticiclón del N. de Francia, lejos de debilitarse o de correrse hacia el E., retrocedía hacia las Islas Británicas, oponiendo poderosa valla a la depresión dicha y obligándola a tomar la trayectoria de W. a E. y no hacia el NE. o Norte, como otras veces acontece.
Y efectivamente, así acontece. El día 13 avanza resueltamente por el SW. la citada depresión, pues el barómetro de Lisboa señala 756 mm. El tiempo empeora en este valle y amenaza la tarde de dicho día con una noche de lluvia; pero el Levante se debilita en la mañana del día 14 y el estrato del mar se rasga, debido a que el mínimo, avanzando por el centro de la Península, se fragmenta en secundarios que pasan por entre el S. de Valencia y Cataluña; estos secundarios determinan Levantes duros desde Castellón hacia el Mediterráneo superior, en tanto que desde Valencia hacia el S. dominan los terrales, razón por la cual, persistiendo tal situación, los días 14 y 15 llueve copiosamente en Cataluña, Castillas y Andalucía (Tarragona, 60 mm. el 15; Albacete, 45; Cuenca, 19), mientras que aquí no llueve apenas.
A partir de la mañana del día 16 cambia rápidamente el tiempo en el S. y centro de Levante. La borrasca que atravesó los días anteriores de. W a E. la Península se corre hacia las Baleares llevando tras sí secundarios que se sitúan en el SE. de España y Argelia al tiempo que las altas presiones que persistían hacia el W. de Irlanda en pleno Atlántico, invaden el W. de Francia dando lugar a una corriente del NE. en el N. de España y Mediterráneo superior, y que se acentúa más todavía hacia nuestras costas meridionales, virando rápidamente la veleta desde el W. al NE. Dicha mañana del 16 se producen fuertes chubascos en Valencia, Alicante y Murcia (60 mm). Aquí, debido a un pequeño mínimo que hacia las diez pasó de W. a E. por el N., muy cerca, salta una racha de SW. que despeja algo el firmamento llevándose los nimbos al NE., donde el chubasco fue diluvial, como en Carcagente. Aquí se midieron 12 mm. en 20 minutos.
Los nublados altos y medios (altos estratos y cúmulo-nimbos) corren del SE. y E. y por la tarde vuelven los nimbos-estratos, nubes bajas, a tomar el rumbo mínimo principal situado hacia Argelia, que debía ser NE. Ya en la mañana del 17 se presentaron los preparativos para un temporal del NE., que es el de las lluvias para este valle. Altos estratos de E. y estratos-cúmulos del NE. propagados desde el NE. a una altura de 1.400 metros. Durante el día se hace más denso el estrato y desciende a 800 metros, principiando la lluvia fina, pero seguida, sobre las cinco de la tarde. Desde entonces sigue lloviendo pausadamente con nimbos estratos del NE. y vientos flojos del mismo rumbo. Durante la noche pasada he medido 14 mm., y esta tarde, hasta las cinco, 8 mm. Resulta que desde la aparición por el W. del mínimo que está aún actuando en nuestra región, hemos recogido en nuestro pluviómetro 48 milímetros, y el tiempo está abonado para completar satisfactoriamente la sazón que se extenderá a toda la parte meridional de la región, sobre todo al N. de la cordillera Mariola, Aitana y Jafor. Quiéralo Dios, que buena falta nos hace.
Fr. Eusebio Arbona, ofm
Onteniente, 18 Octubre 1927.
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