Hallazgo misterioso de la Patrona de los valencianos
Corría el siglo XIV de nuestra era. El ilustre y venerable valenciano Padre Jofré había fundado en Valencia el primer hospital de dementes de Europa y había constituido una Cofradía que funcionaba en su cristiano cometido de caridad. Pero ésta necesitaba el patronato de una imagen de María que presidiese sus actos en favor de los desgraciados y a quien dirigir sus plegarias los devotos cofrades.
Anunciaron éstos sus deseos de poseer una imagen de María, para que los artistas presentaran sus proposiciones y bocetos. Pasaron varios meses sin que nadie presentara obra que cumplidamente satisfaciese las aspiraciones de aquellos piadosos varones, cuando un día se presentaron a los Clavarios de la Cofradía tres jóvenes de simpática presencia, vestidos de peregrinos, y los dijeron que enterados a su paso por la ciudad de que la Cofradía deseaba una imagen de María, ellos, como artistas extranjeros y peregrinos que iban en cumplimiento de un voto, se detendrían unos días en la ciudad y esculpirían una imagen de María que llenara los deseos y aspiraciones de les hermanos de la piadosa institución del Padre Jofré, s¡les daban tres días de plazo incomunicados y les permitían fijar el precio de su trabajo después que éste fuera realizado a satisfacción y aprobación de todos los cofrades.
Aceptadas las condiciones y preparados el alojamiento y la comida, fueron encerrados los artistas en un aislado pabellón inmediato a la casa del portero del caritativo asilo.
Pasaron los tres días, y, como los artistas no daban señales de vida, acudieron los Mayorales y cofrades y, después de llamar sin que nadie les contestara, abrieren la puerta con la misma llave que la habían cerrado y penetrando en la habitación, hallaron en un lugar preferente de aquella estancia —ahora la capilla llamada Capitulet— a la hoy venerada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados y, al verla, al punto, cayeron de rodillas a sus plantas y, llenos de admiración y de gozo, no se cansaban de contemplarla y de rezarle.
Repuestos del primer asombro, buscaron por toda la estanca a los jóvenes artistas para agradecerles aquel portento de hermosura y de consuelo; pero fue en vano, porque los artistas, que sin duda debieron ser tres ángeles del cielo, después de tallar en tan breve espacio aquella maravilla de hermosura, habían desaparecido misteriosamente, dejando sus vestiduras caídas sobre la peana de la imagen e intacta y completa la comida que se les dejó.
La noticia de la aparición corrió como reguero de pólvora por toda la ciudad. El pueblo en masa acude y admira aquella hermosa imagen, y desde aquel momento la invoca como su protectora y su patrona, como el faro de su esperanza, como el refugio en sus penalidades, y le levanta un altar en cada pecho y convierte en un templo la ciudad, que a la vez la Virgen coloca bajo su poderosa y amante protección.
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En 1885 fue declarada oficialmente Patrona del Reino valenciano, y pocos días después la mortífera epidemia del cólera invadía la ciudad llenándola de luto, pena y aflicción, y la Virgen, que pocas semanas antes había recorrido las calles de Valencia vestida de gala en medio de los vivas atronadores y las lluvias de flores, las vuelve a recorrer en las horas del crepúsculo de una tarde de julio cubierta con manto morado y negro velo, en medio de un sepulcral silencio, sólo interrumpido por el plañidero acento de las campanas que tristemente sonaban, y por el rezo que salía del corazón de la aterrada muchedumbre que de cuando en cuando exclamaba: ¡Piedad, Virgen Santísima; ten piedad de nosotros! La Señora recorrió las calles, visitó a su Hijo Divino en la Iglesia del Salvador, y, cuando a sombra de la noche envolvía a la amilanada ciudad, la Reina de los Cielos entraba en su capilla y vuelta al pueblo, pareció que le decía: ¡Confía y ora, que m¡Hijo tendrá piedad de vosotros!
Pocos días después la epidemia decrecía notablemente y la fe y esperanza en María dieron al pueblo aliento y fuerzas para llevar resignado la prueba a que Dios le había sometido.
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Nuevas epidemias amenazan en nuestros olías a la humanidad... La inmoralidad, la injusticia y el temor a otra espantosa guerra invaden con celeridad los ámbitos de la tierra... ¡Virgen Santísima!, a Vos acudimos en estos tiempos de angustia y de dolor... Ampara al mundo...; ampara a España...; y ampara a los valencianos... ; pues sois nuestra amparadora, Madre de Desamparados.
De nuestras misiones
Macao, 11 marzo 1950.
P. Joaquín Sanchis,
Ministro provincial. Valencia
Muy Rdo. y amado Padre: Le adjunto dos cartitas del P. Severino que pude conseguir: una es para V. R. y otra para mí. Luego he recibido otra más reciente que también se la incluyo con la seguridad de que V. R. sabrá hacer buen uso de su contenido para enfervorizar a las almas y mantener vivo el interés por las misiones. No es menester me las devuelva, pues ya estoy enterado de todo. Las noticias que me llegan referentes a dicho hermano nuestro son todas muy satisfactorias. Su ejemplo estimula también a los demás de manera que en aquella Archidiócesis todos los misioneros están en sus puestos y, aunque privados de sus iglesias y residencias, ganándose con el trabajo manual el sustento, asisten con celo a los cristianos los cuales a su vez se mantienen en general firmes en la fe y fervorosos en la piedad. En algún punto, ante las trabas que les ponían los nuevos amos para que se reunieran en un lugar para oír Misa, aduciendo como pretexto que era robar tiempo al trabajo, se han ofrecido a un trabajo extraordinario de dos horas en cambio de aquella media hora. Sin embargo, lo común es realizar aquellos actos antes del amanecer para no darles motivo de quejas.
Cerca de la Misión de T'ai-yuan-fu, siete misioneros indígenas fueron encarcelados, tres cargados de cadenas y obligados a trabajos forzados con los demás criminales. Se les acusó falsamente de haber tramado la muerte de un jefe rojo. Ahora se han convencido de su inocencia, han cogido y encarcelado al acusador y han soltado a tres de los misioneros; se espera que en breve saldrán los demás. Entre tanto, el anciano Obispo, de 84 años, tenía que cuidar y buscar medios de sustentación a las niñas de la Santa Infancia.
Un franciscano francés. P. Frederis, y una monja de las Blancas, Madre Yns, después de más de dos años de cautividad con los rojos del Shantung, sufriendo horrores, han sido despedidos de China. Ambos han pasado por aquí y se muestran muy contentos y esperanzados; contentos, por los pasados sufrimientos entre los cuales 42 días continuos sin poderse mover de posición en el suelo, donde se les había arrojado; esperanzados, porque en su cautividad y peregrinaciones han encontrado mucha simpatía de parte de los mismos paganos que hacen presagiar conversiones en masa el día que pasen estas circunstancias. Dios quiera que sea pronto. De su parte, salen de China por fuerza mayor, pero aseguran que volverán a ella, entrando s¡es necesario por la ventana.
El P. Delegado ha vuelto de su segundo viaje al Japón donde ha fundado un convento y una casa de Estudio del Japonés con la esperanza de fundar otras conventos-parroquias. Tenía que esconderse y huir de los Obispos de allí, pues todos reclaman franciscanos para sus diócesis y él no tiene n¡personal disponible para satisfacer aquellas peticiones n¡dinero para los gastos de las fundaciones. El Delegado Apostólico de allí está muy interesado y nos ha dado la comisión de preparar la primera versión de la Biblia en japonés en la misma forma con que hacemos la china.
Le agradezco la celebración de las doscientas misas encargadas por m¡hermano Paco.
Saludos a todos, especiales a nuestros coristas y P. Han.
Bendiga a su affmo.
Día del Colegio Seráfico en Onteniente
El Domingo de Pasión fue el señalado para celebrar en la ciudad de Onteniente el Día del Colegio Seráfico; no creo necesario recordar a los lectores de qué se trata, ya que por los trabajos de nuestra Revista Antoniana se habrán enterado de los problemas más principales de la Orden y, en especial, de esta Seráfica Provincia de Valencia. Uno de los más candentes en la actualidad, es el problema de las Vocaciones, y a éste está dirigido principalmente el Día del Colegio Seráfico, o sea intensificar la campaña pro vacaciones sacerdotales franciscanas.
Como en años anteriores, el promotor de esta campaña ha sido nuestro amado P. Provincial quien, con su palabra cálida y conocimiento profundo de la juventud, ha sabido infiltrar en los corazones juveniles de los Coristas, repletos de ansias misionales, ese entusiasmo desbordante que no retrocede ante las mayores dificultades. He dicho entusiasmo desbordante y creo no plasmará otra palabra con más fuerza esa atmósfera que se respiraba en el Coristado durante la semana anterior a dicho día, pues suprimidos de hecho los sabrosos recreos, se transformaron por arte seráfico en triples ensayos musicales y de oratoria sagrada.
El sábado 25, a las diez y veinte de la noche, dio comienzo la audición anunciada anteriormente por la emisora local, que consistió en el siguiente programa.
- «Venerabilis barba, de Mozart, a cuatro voces.
- «Homenaje al Seminario Seráfico de Benisa.»
- «Una hora», de Vitoria, a cuatro voces.
- «Pobre chaquet», diálogo.
- «Judas», de Vitoria, a cuatro voces
- «Seráfico misionero.»
- «Himno Nacional de los Terciarios Franciscanos.»
El Domingo de Pasión fue el gran día. Por la mañana, en todas las iglesias de la ciudad y en las diferentes Capillas esparcidas por les fértiles campos de Onteniente, un corista dirigió la palabra a los fieles, explicándoles con sencillez, qué sea el Colegio Seráfico y cuáles sus fines y necesidades. Por la tarde, tuvimos otra actuación en el Salón Patronato de dicha ciudad con unos orfeones y trabajes literarios, uno de los cuales fue desarrollado por un Corista chino.
He aquí, un síntesis, lo que, en favor de sus hermanos pequeños, los Colegiales de Benisa, hicieron sus hermanos mayores animados con la bendición del P. Provincial.
Nos complacemos en dar las gracias al Rdo. Sr. Arcipreste D. Juan Comes, por el cariño demostrado al ofrecernos paternalmente todas las iglesias de la ciudad, para que celebrásemos el Día del Colegio Seráfico. Asimismo agradecemos a D. Salvador Miquel el rasgo tan franciscano de cedernos la emisora local, con el mismo fin.
Fr. Javier Pons, ofm
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