Buenos efectos de la persecución en China

No hay mal que por bien no venga, nos dice el refrán castellano, lo cual en lenguaje más cristiano equivale al dicho de San Pablo «diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum».

La confirmación de esta verdad se puede ver de modo palpable en China, oprimida por el yugo comunista, que pretende con sus doctrinas materialistas penetrar en el santuario de la conciencia para arrancarle todo sentimiento religioso. No hablo de los heroísmos individuales a que esta situación da margen, y de los cuales podríamos citar numerosos ejemplos, tanto de misioneros como de simples cristianos, sino me refiero más bien a los buenos efectos colectivos a que están dando ocasión las múltiples dificultades, contradicciones y persecución en que vive la Iglesia en China, efectos que se pueden sintentizar en uno: el pleno despertar de la conciencia cristiana en nuestros antiguos fieles.

Al encontrarse éstos con la divulgación de doctrinas ateístas, tan contrarias a las arraigadas convicciones de su fe, y al querer presentar a aquéllas con razonamientos que carecen de fondo y solidez, nuestros cristianos sienten la obligación de defender sus creencias que han tenido y tienen como verdaderas, al mismo tiempo que experimentan la necesidad de desvirtuar los argumentos más aparentes que reales que presenta el error, y la dulce exigencia de propagar sus propias ideas, acompañándolas de razones, que s¡no demuestran la verdad que cree, le dan sólido fundamento sobre el que descansa su fe, la autoridad de Dios que no engaña.

Esto hace que nuestros cristianos se acerquen con mayor frecuencia al misionero para instruirse en su fe, exponer las dificultades que les oponen, pedir explicaciones y solicitar argumentos con que rebatir al adversario y fortificar sus propias convicciones. El cristiano, especialmente el cristiano viejo, hoy vive su fe y va con ansia a buscar la instrucción que antes desdeñaba, durmiendo tranquilamente en el sueño de su subconsciencia. El mismo sacerdote, acosado por las preguntas de sus fieles, se ve precisado a repasar cuestiones que tal vez tenía olvidadas desde que las estudió en el seminario y que dio de mano por parecerle poco prácticas. Siento, me decía uno de ellos, no tener tiempo para preparar un cuestionario de preguntas y respuestas con que mis cristianos sepan defenderse y luchar contra sus adversarios.

Esta comunicación frecuente del misionero con sus fieles ayuda mucho a la compenetración mutua y, con la comunicación, al mutuo afecto. Junto con este aspecto de mayor instrucción religiosa y más viva dependencia del misionero viene el sentimiento de solidaridad con los demás cristianos.

El fiel, al verse individualmente combatido en su fe y en sus prácticas religiosas siente la necesidad de hacerse fuerte con el número buscando el apoyo de sus hermanos, por lo cual se hace celoso de ellos como s¡fueran una parte suya, los estimula a la práctica de la religión y a llevar una vida integralmente cristiana. De este modo, no sólo no hay apóstatas, al menos entre los antiguos cristianos, sino que queda abolida la clase de los fríos e indiferentes habiendo pasado todos a la categoría de fervorosos y prácticos.

Un tercer efecto es la toma de posesión de la conciencia colectiva en lo que mira a los derechos, especialmente al ver proclamar por los intrusos dirigentes la soberanía del pueblo, de cuya voluntad se dicen ellos los ejecutores. Es así como los cristianos, en algunas partes, han pasado a la ofensiva imponiendo su voluntad. En cierto lugar, de la provincia de Human, un franciscano chino fue encarcelado por la arbitrariedad de unos sectarios que quisieron hacerle responsable de haber acogido y hecho escapar un ladrón a quien ellos perseguían. Los cristianos, al saberlo se presentaron ante el tribunal como miembros del Sindicato de Agricultores proclamando la inocencia del imputado y pidiendo su libertad. Como los jueces se resistieran a ello, unos cuantos jóvenes marcharon a avisar a los paganos ante quienes el Padre encarcelado gozaba de gran prestigio, por ser muy querido de todos. Al poco tiempo era el pueblo en masa quien se presentaba ante los magistrados exigiendo la liberación inmediata del detenido. Aquellos prometieron hacerlo al día siguiente, pero la multitud se amotinó protestando que no saldría de allí sin llevar consigo al Padre. Los amos tuvieron que plegarse a la voluntad del pueblo y, momentos después, el encarcelado salía aclamado por miles de personas que lo acompañaban apoteósicamente a su residencia.

Otro caso semejante sucedía en un pago del Hupch. El jueves de Pasión se celebraba una sesión comunista en la que uno de los oradores se permitía ridiculizar las preguntas y respuestas de tul catecismo que había caído en sus manos. El misionero europeo presente se levantó para rebatir todas las sandeces proferidas por aquel ignorante, y lo hizo con tal eficacia y elocuencia que el público prorrumpió en aplausos. El orador rojo perdía con ello la causa, pero no tardó en vengarse. Aquella misma noche el misionero fue llevado secretamente a la cárcel. Al día siguiente, fiesta de la Virgen Dolorosa, los cristianos esperaban inútilmente que el Padre celebrara la misa. Al enterarse de lo acaecido la noticia se esparció como reguero de pólvora por el pago y todos, aun los paganos a quienes el misionero había asistido con gran caridad en su dispensario se presentaron ante la autoridad reclamando la liberación de aquel hombre bueno que sólo había esparcido el bien entre la población. A las veinticuatro horas el encarcelado salía triunfante de su prisión.

En esta localidad del Shangtung los nuevos amos se apoderaron de la Escuela Media de la Iglesia, tomando para sí la dirección y organización, dejando para la Iglesia sólo el peso de pagar los gastos. Por orden de los nuevos directores se procedió a la elección del comité de estudiantes, que tiene su voz en los asuntos de la escuela. Esta cuenta unos 600 alumnos, de los cuales, apenas 200 son católicos. De los 10 elegidos, 8 eran católicos, entre los cuales, 6 seminaristas. Los directores querían excluir del cuadro de profesores un franciscano chino, matemático, que gozaba de mucha simpatía y ascendiente sobre los estudiantes. Estos se opusieron a tal proyecto y el franciscano continúa regentando su cátedra.

La criada le ha salido respondona, al comunismo, o más bien «mentita est finiquitas sibi».

También en este mundo son bienaventurados los que sufren persecución por la justicia y por el nombre de Dios.

Fr. Gonzalo Valls, ofm

Idilios de amor

La Virgen tiene en sus brazos
al Niño de sus amores,
y entre delicias y abrazos
le ofrenda graciosas flores.

Flores de amor y cariño,
flores de mimos y besos,
flores que aroman al Niño
con ternuras y embelesos.

Y cuando el arpa divina
de su pecho ha enmudecido,
es su boca peregrina
la que exhala su gemido.

"Lucero de la mañana,
"estrella de plata pura,
"sol de lumbre soberana
"y cielo de la hermosura:

No despiertes de tu sueño..
"Vive en ilusión dorada...!
"aun dormido, eres risueño
rayo de luz y alborada...

"Tus ojos, —lindos luceros—,
"alumbran también cerrados...
"Y hay destellos hechiceros
" —viéndote a ti,—- y lindos prados.

"Todo lo veo al mirarte
"radiante de pedrería:
"todo es luz, resplandor y arte...
"Y la noche es claro día...!

"No abras tus ojos. ¡Bien mío!
"Duerme y sueña dulcemente:
"¡cerrados! su poderío
"me ofusca el alma y la mente.

"S¡los abres prenda mía
"me derretiré en tu hoguera...
"¡Son ellos la epifanía!
"y al mirarlos tal vez muera."

Calló la Virgen... Los cielos
vieron que estampó unos besos...
Y el Niño abrió unos ojuelos,
y ardió un sol entre embelesos.

Fr. Bernardino Rubert, ofm