Índice del número 314

Marzo de 1955. Año 29. Director: Fr. Pacífico Torres, ofm

Id a José

Pocas son, ciertamente, las palabras que dedica el Evangelio a José, el abnegado 'y fiel esposo de la Virgen Madre, pero de tal significación y trascendencia que a través de ellas podemos columbrar el papel importantísimo que desempeñó este Varón egregio en el Nacimiento y la Infancia de Jesús, y por consiguiente, su participación directa y superexcelsa en toda la economía del misterio de la Redención.

Varón Justo le llama el Evangelio a boca llena; siervo bueno y fiel lo aclama la Iglesia, constituido por Dios jefe y cabeza de su Familia para guardar como padre a Jesucristo, su Hijo Unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María...

El fue el protector desvelado de la humilde Doncella, el guardián diligente del Niño Jesús, cuando la Madre y el Hijo necesitaron el apoyo de un brazo varonil o los sudores de una frente generosa y magnánima para proveer las primordiales atenciones de su sustento...

A José le confió el ángel del Señor la dura y arriesgada tarea de salvar al divino Infante de las garras de Herodes. Bajo sus tiernos y paternales cuidados creció el Niño en Egipto y vivió luego en Nazaret, mientras la Madre dulcísima conservaba y repasaba en su corazón todas las palabras y todos los recuerdos de aquellas jornadas de angustia o de júbilo, pero bañadas siempre con el rocío de las celestiales auroras...

Por eso, si al mismo Dios plugo recurrir a José para que salvara a su Hijo, bien hace nuestra Madre la Iglesia en invitarnos con amorosa insistencia a recurrir también a este bendito Patriarca para que nos salve de todos los peligros que nos rodean, y sobre todo, para que nos libre de las garras del materialismo ateo, del sensualismo procaz, del odio insano y de la ambición insaciable, que son las causas principales de nuestra actual perdición y ruina.

Predica el Santo

Mira al cielo... Allí está tu Padre...

No me extraña que te sorprendiera mi diagnóstico sobre la mentalidad moderna que penetra incluso en muchos espíritus que se dicen cristianos... Sé que te ha preocupado aquello que dije de muchos : «Ignoran su noble destino, no tienen miedo al infierno, ni les interesa el cielo; tampoco tienen aprecio de la gracia divina, ni les impresiona el pecado...»

¿Acaso crees que exageré? Yo más bien me inclino a pensar que tu preocupación obedece a un secreto sentido de culpabilidad que te obliga a creerte incurso en el número de los tales... De no ser así, más que preocupación hubieras sentido pena y, quizá también, ansias de apostolado. No voy ahora a demostrarte hasta qué punto ese clima de indiferencia sobrenatural adormece a las almas, esteriliza la pujante fecundidad de la vida divina e intoxica los espíritus. Más bien quisiera que tú mismo, por una reposada reflexión, anotaras en tu diario íntimo esos maléficos efectos...

Si fuéramos a particularizar... ¡Qué vergüenza! Sin duda el carmín coloraría tu rostro... ¿Dudas?... Dime con sinceridad: ¿te da igual sufrir un quebranto en tu hacienda que una merma en la gracia divina que debe adornar tu alma?... Una cicatriz, una deformidad repugnante en el rostro, te horroriza, ¿verdad?... Aun un rasguño o una mancha en el vestido te avergüenza... ¿Puedes decir lo mismo cuando esa deformidad o ese rasguño afecta a tu alma?... ¡Y tu Padre, que está en los cielos, te mira con ese rasguño, con la deformidad del pecado!...

* * *

Te pasmas ahora de que esa indiferencia sobrenatural haya invadido amplias zonas del mundo cristiano. Pero si observas el proceso de negaciones que ha traído ese clima de puro naturalismo, tu extrañeza será más bien de que la humanidad aun perdure sobre el mundo...

Lee con atención estas palabras del Papa felizmente reinante:

«Rechazando primero a la Iglesia, luego a Jesucristo, finalmente a Dios, se ha querido edificar la estructura del mundo sobre fundamentos que son los principales responsables de la situación actual: una economía sin Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios. Se ha querido desterrar a Jesucristo de las universidades, de las escuelas, de la administración de justicia, de la actividad legislativa, de la asamblea de las naciones...» (Puntos de doctrina Pontificia.)

¿Te explicas con esto el por qué de ese clima que invade la mentalidad moderna?... ¡Pobre humanidad!... Todos pretenden llevarla a un puerto de prosperidad, de goces terrenos, de paz, de igualdad... Capitalistas y comunistas quieren construir este reino, pero sin Dios... Un reino sin Dios no es el Reino de Dios del Evangelio de Jesús, el único que puede hacer feliz al hombre... Fuera de él no hay más que llanto y rechinar de dientes.

* * *

Y el Reino de Dios lo integran sólo los hijos de Dios. Nadie puede entrar en él, dice Jesús, sin volver a nacer por el agua del bautismo y la gracia del Espíritu Santo. Los que así se unen a Jesús por la fe son llamados hijos de Dios, no por voluntad de la carne o del hombre, sino porque son nacidos de Dios, por la gracia (San Juan).

Medita esta estupenda dignidad dispensada por el amor del Padre celestial a los hombres... Registra el olvido, la indiferencia, más aún, la aversión que se le tiene en amplios sectores que se dicen cristianos... Después te explicarás fácilmente el trueque de valores que priva en el mundo moderno...

¿Qué hacer?, me dices. Te respondo: Mira al cielo... Allí está tu Padre. Obra como hijo suyo, siempre y en todas partes.

Fr. Antonio de Padua

Las glorias de la Legión de María en China

Ha sido providencial allí la erección de la Legión de María. La introdujo el actual Internuncio de China Mons. Riberi, quién la conoció en Irlanda, cuna de aquella institución, y la había implantado ya con óptimos resultados en Sudáfrica, donde habla sido Delegado Apostólico.

Su creación data de fines de 1948, coincidiendo precisamente con el tiempo en que los comunistas comenzaron la conquista sistemática de China, de modo que cuando, ya dueños de la nación, iniciaron su enmascarada persecución religiosa contra nuestros cristianos, encontraron ya bien encuadrados a los legionarios, quienes con su acción silenciosa, abnegada, constante y caritativa se esforzaban en instruir a los ignorantes, animar a los débiles, mantener a todos firmes en su fe, sostenerlos o llevarlos a la piedad y empujarlos al recto cumplimiento de sus deberes respectivos.

Aquel frente de resistencia pacífica a los planes ateos y desmoralizadores exacerbó el ánimo de los rojos, quienes, obcecados por el furor de su soberbia, hicieron la ridícula declaración de querer buscar, hasta encontrarla, a esa María, capitana de aquella Legión inerme, y arrastrados por la herodiana tiranía de su misma debilidad, cometieron la monstruosa aberración de declarar ilegal, reaccionaria y subversiva la Legión de María, compuesta de personas sencillas que, silenciosamente y sin reclamos, se ocupaban sólo de ser buenos ellos mismos y de ayudar a los demás a ser buenos cristianos y ciudadanos honestos.

En fuerza de aquella declaración oficial, venían tildados como criminales políticos todos los legionarios, iniciándose con ello la persecución y los procesos. Pero los legionarios, que habían trabajado con celo su apostolado activo, no se acobardaron ante las amenazas que se cernían sobre ellos, y sintiéndose con arrestos afrontaron valientemente el apostolado del sufrimiento. Así se abrió el martirologio de la Legión de María, martirologio que continúa aún sin cerrar, escribiendo siempre en él nuevas páginas brillantísimas de heroísmo cristiano.

El mismo 8 de diciembre de 1953, al comenzar el Año Mariano, venía fusilado, en una cristiandad del norte de China, un joven sacerdote por el crimen de haber sido Director espiritual de un presidio de la Legión. Y ahora se ha sabido que aquel año, comenzado con sangre, se ha clausurado en 1954 teñido también en sangre de otras víctimas caídas por idéntica causa mariana.

El periódico Ya publicaba días pasados que, según el cotidiano comunista Diario de Jang-tse, a principios de diciembre habían sido fusilados el Obispo de Wuchang, siete religiosos y cuatro sacerdotes miembros de la Legión de María...

Noticias privadas recibidas recientemente de Hong-Kong amplían, particularizándola, aquella noticia lacónica. He aquí como se expresan: «Un diario de Hong-Kong traía estos días (10 de enero del 55) la noticia, sacada del periódico comunista de Hangkow Chang-chiang-je-pao (diario del Río Largo), según la cual en Wu-han, al principio de diciembre, cuatro sacerdotes y ocho paisanos fueron condenados a muerte y ejecutados. Se trata de los siguientes cohermanos nuestros chinos: De Hangkow, el Rdo. Antonio Jang (terciario franciscano y valiente Párroco de la Catedral), acusado de haber introducido la Legión de María, haber impedido que la juventud católica se alistara a las asociaciones rojas y haber llamado «reino de tinieblas» a la nueva China con su Gobierno popular. Los otros tres ajusticiados son de Wuchang. El P. Juan José Sheh, O. F. M. (Administrador Apostólico de aquella diócesis y miembro de la Misión de Je-nan-fu confiada a los franciscanos españoles), imputado de Jefe de la Legión de María, de maquinaciones políticas contra el Gobierno da la nación y de mantener relaciones epistolares con potencias extranjeras (la Santa Sede). Otro es el P. Leonardo Chen, O. F. M. (de la diócesis de Lao-ho-kow, Rector del Seminario Menor Regional), acusado de promover la Legión entre los seminaristas y alumnos de la Escuela Media, de haber matado 35 labriegos (!) en 1944 y de haber exhortado a los cristianos a luchar contra el comunismo hasta el sacrificio de la propia vida, hasta impedir la victoria de aquéllos. Finalmente, el Rdo. Pedro Ly (terciario franciscano), cuyos delitos son: ser Vicepresidente de la Legión de María y haber cometido varios homicidios (!)...

»Y —continúa la carta a mí dirigida— le doy esta noticia porque sé cómo está ansioso de saber algo de nuestra iglesia de Hangkow y cuánto apreciaba usted a estos nuestros conocidos Hermanos hoy mártires de la fe. ¡Estos generosos ejemplos son un nuevo y óptimo signo del espíritu que anima al clero de Wu-han, el cual, no obstante todos los trabajos e insidias del comunismo, no se ha dejado seducir para asociarse al movimiento de la triple independencia de la Iglesia Nacional! ¡Ojalá que este sacrificio del martirio atraiga nueva energía y fortaleza a los cristianos y sacerdotes que luchan en la brecha!»

¿Cuántos mártires chinos cuenta ya la Legión de María?

Si la Radio Vaticana habló, hace algún tiempo, de 1.900 y pico, hoy ciertamente habrá superado los 2.000. Y el catálogo no lleva traza de cerrarse dado el número de legionarios encarcelados (más dé 2.000, según aquella misma radio), muchos de los cuales aspiran al martirio y son candidatos para él.

Como muestra, ahí va un caso entre mil. En Tientsin existe una familia rica y cristiana ferviente desde varias generaciones. Cuando el ejército rojo iba acercándose a la ciudad el padre reunió a su familia y les dijo:

Hijos míos, hasta ahora nada nos ha faltado y hemos abundado de todo, gracias a Dios. Ahora se nos vienen encima días en que es muy fácil que nos falte todo y tengamos que vivir de limosna. Mas no importa; Dios estará con nosotros. Piérdase todo, pero sálvese la fe».

Toda la familia militaba en la Legión de María, pero sobre todo la hija mayor, a la sazón de unos veintidós años, trabajaba con gran actividad como Presidente que era de un presidio. Sus cualidades físicas y morales, unidas a su clara inteligencia y facilidad de palabra, le daban un gran ascendiente sobre sus legionarios, a los cuales enardecía con su celo, mientras la Santísima Virgen los bendecía codirigiéndoles efectos admirables.

Los rojos seguían desde tiempo la pista a aquella muchacha, con la esperanza de captar en ella una buena presa para su partido. Burlados en sus esperanzas, dieron con ella en la cárcel, donde la sujetaron a repetidos y capciosos interrogatorios, pidiéndole sólo que diera su nombre a la Iglesia Nacional; prometiéndole, en cambio, poder continuar toda su vida y ejercicios de piedad. Ella rehusó siempre tamaña apostasía.

Contrariados los rojos por aquella pertinaz negativa, después de muchos meses, escribieron al padre de la encarcelada, diciéndole que, sabiendo el amor que la hija le profesaba, estaban persuadidos de que una palabra de su padre bastaría a dobleguar su resistencia, y así, le rogaban escribiera a su hija para que accediera o la proposición que ellos le hacían.

El padre contestó con dos cartas: una para la hija y otra para los comunistas. La destinada a la hija decía:

«Amadísima hija: Hemos sabido con inmensa satisfacción que te mantienes firme en la consigna que nos dimos. ¡Piérdase todo, pero sálvese la fe! Bien, hija mía, todos los de casa te admiramos y nos gloriamos en ti. Te compadecemos en tus sufrimientos y rogamos por ti al Señor para que te dé paciencia, fortaleza y perseverancia hasta el fin. Tu padre que espera verte en el cielo, N. N."

La carta a los comunistas era como sigue:

«Precisamente porque conozco la tenacidad de mi hija y sé de antemano que cuando está convencida de una verdad no oirá ni siquiera a su padre, veo inútil completamente decirle lo que me sugerís. Entre tanto, como presiento que primero la mataréis que lograréis vencer su resistencia, ahí en un paquete os mando la mortaja para el día que hagáis aquello. — N. N.»

El citado paquete contenía una túnica y un velo blanco, una faja azul para la cintura y una palma esterilizada para su mano.

A mediados de 1954 se hizo el proceso y juicio a esta heroína, condenándola a quince años de presidio. Desde entonces nada se ha sabido de ella.

* * *

Como éstos, así hay otros muchos legionarios en las checas comunistas chinas que se enumeran entre los candidatos y aspirantes al martirio. Verdaderamente ha sido providencial el establecimiento de la Legión de María en China, y es de suponer que la sangre, tan generosamente derramada en aquella desgraciada nación, la trocará un día, bajo la bendición de la Virgen, en plantel de cristianos.

P. Gonzalo Valls, ofm

Palabras del Papa

La renovación de la parroquia se funda esencialmente en el trabajo del párroco, que asume una tremenda responsabilidad para cada alma que vive en su territorio. Debe procurar conocerlas a todas y salvarlas con celo incansable: de las que están dentro del redil defendiéndolas y alimentándolas; y también a las alejadas. (Pío XII.)